En la sociedad occidental en la que vivimos, la menopausia es presentada como una enfermedad con múltiples síntomas negativos que con solo oírlos nos asustan: sofocos, aumento de peso, sequedad vaginal, pérdida de libido, dificultad para dormir, falta de concentración…por nombrar solo algunos. Está claro que no quieres llegar a esta etapa. Es más, le tomas rechazo y te da miedo entrar a esta fase que solo es negativizada, especialmente en una sociedad donde la juventud es aplaudida y la edad más avanzada ignorada.
Hagamos otra lectura de esta etapa en la vida y hablemos de un despertar, de descubrir otro momento en la vida de una mujer, tal vez mucho más resuelta, liberadora, con una mayor sabiduría y un autoconocimiento mucho más trabajado. Una etapa, donde la mujer ya conoce su cuerpo, sabe los gustos y disgustos que éste le otorga y también tiene una sexualidad mucho más desarrollada y experimentada.
Entonces, cambiemos este discurso: La menopausia no es el fin de la vida activa y sexual, por el contrario, puede ser un nuevo renacer de la intimidad, con menos miedos y muchas más experiencias. Pero para llegar a ese punto, hay que aceptar algunos cambios. Los cambios hormonales ocurren y la libido se puede ver afectada, si uno no se ocupa de esta nueva etapa de vida.
Sucede que los cambios hormonales que afectan a un cuerpo en climaterio en la mayoría de las mujeres van a provocar una multiplicidad de síntomas, y al menos tres de ellos afectan directamente la práctica sexual. Una es la falta de lubricación, que dada a la falta de estrógenos afectará tus tejidos de la zona genital y eso evitará una adecuada lubricación. Pero so tiene solución, ya que hoy en día hay lubricantes naturales y en base a agua que son excelentes ayudantes en la vida íntima.
También la fatiga mental puede dificultar la sexualidad en esta etapa. Ahí es esencial ayudarse con ejercicios físicos como pilates o rutinas en el gimnasio para mantenerse activa y aumentar las endorfinas. Para el aumento de la libido, se pueden trabajar varias técnicas y herramientas que se entregan en una terapia sexual, como los ejercicios de Kegel, técnicas de visualización que pueden ayudar con las fantasías sexuales y la relajación, el autoconocimiento sexual y dejar que la sexualidad vuelva a tener importancia en la vida de uno.
Por último, sentirse bien con uno mismo y con su cuerpo es una actitud. Además, el atractivo que desprende una persona no radica solo en su aspecto. La sensualidad o el magnetismo se deben a múltiples factores: su actitud, forma de hablar, inteligencia, estilo personal, sentido del humor, experiencia vital, intereses, seguridad… En este sentido, sentirse bien con uno mismo es un elemento clave, a cualquier edad que depende totalmente de uno.