“Tenemos que aprender a estar en soledad y entender que el silencio no siempre es tristeza, a veces es paz.”
La soledad es un concepto que muchos temen. Muchos pacientes en la consulta me hablan de la soledad con miedo, angustia y respeto. Algo nos pasa con la soledad, a pesar de que llegamos a este mundo solos y nos morimos solos. Las otras personas solo vienen a hacernos compañía en el camino, a transitar con nosotros y también a enriquecer nuestra vida, pero no a llenar un espacio o completar algo. Si necesitas al otro porque te complementa, siempre vas a necesitar a ese otro para ser feliz. Es por eso tan fundamental que te pongas a ti en el primer lugar. Tu eres tu proyecto más importante. Los hijos, amigos, pareja, familia son elementos muy esenciales en nuestras vidas, pero no lo son todo y muchos acompañan en ciertas etapas de la vida, pero no siempre. Llénate de ti…desde esa mirada, el otro siempre es compañía, es un regalo, no una necesidad.
Es importante aprender a convivir con la soledad y, por ende, con uno mismo. El mundo ha cambiado y está mucho más individualista y solitario. Las familias se han achicado. Las personas no permanecen en el mismo lugar a lo largo de su vida, como antes. Van cambiando de ciudad, país etc. Por lo tanto, la probabilidad, que familiares, amigos o incluso nuestros hijos cambien de país, es bastante alta. Las separaciones en una pareja son cada vez más frecuentes. Otra variable que ha influido mucho en la soledad es la tecnología, que ha facilitado las relaciones y comunicaciones a través de las pantallas. Especialmente, los jóvenes se comunican cada vez más a través de las redes sociales o los sistemas de mensajería. Es una nueva forma de comunicarse, pero que también conlleva mucho aislamiento. La tecnología nos ha acercado a las personas que viven lejos, pero también nos aleja de la gente a nuestro alrededor.
¿Cómo sobrellevar la soledad de una forma sana, consciente y beneficiosa?
Primero que nada, es importante reconocer los miedos y preguntarse porque uno teme la soledad.
Los momentos de soledad no tienen que ser necesariamente sinónimo de aburrimiento, nostalgia o agobio. Un ejemplo ideal para ilustrar esta afirmación es incorporar a tu rutina diaria un nuevo deporte o quehacer diferente a lo que hacemos generalmente. También podrías leer acerca de temas que despierten especialmente tu interés. O bien, escuchar una música diferente, salir a caminar, hacer una meditación o ejercicio de respiración. Aprender un nuevo idioma podría ser otra de esas metas personales.
Otro elemento muy importante es disfrutar de tus pasiones, cuando te sientes sola/o esto tendrá un impacto sumamente positivo en tu autoconfianza. ¿Escribes, lees, pintas, esculpes, corres, nadas o bailas? Aprovecha ese momento en el que nadie te ve para dejar salir la alegría de esa pasión que forma parte de ti. Liberarás tensiones, endorfinas y te sentirás mucho mejor.
También puedes optar por descubrir nuevas habilidades. ¿Te llama la atención pintar en acuarela pero nunca lo habías intentado? Ese momento de soledad que tienes quizás es la oportunidad perfecta para intentarlo. ¿Y si no lo hago bien? Date algo de tiempo y, si no eres feliz, pasa a otra actividad que te dé felicidad.
Por último, la soledad puede fortalecer el amor propio. Los momentos de soledad en los que nos permitimos aceptarnos, querernos y reconciliarnos con nosotros mismos, son los que nos pueden llevar más fácilmente a ganar la conquista del amor propio. También nos ayudan a aprender de nosotros mismos, más allá de aquello que no nos guste, ayudándonos así a desprendernos de todo aquello que no nos suma.