La adolescencia no es fácil. Se trata de una etapa en el desarrollo que está llenas de cambios físicos, psicológicos y adaptativos sumado a un gran estrés social. Pareciera que hoy en día, con la vida que estamos viviendo en pandemia y postpandemia donde las restricciones son cada vez mayores y los cambios sociales más profundos, todo se dificulta aún más.
La preocupación por el bienestar de adolescentes y jóvenes se da en el mundo y en Chile. Se ha investigado que la mitad de las enfermedades psiquiátricas comienzan antes de los 14 años, pero que en la mayoría de los casos no se detectan ni se tratan. Entre las afecciones más frecuentes a nivel mundial, en adolescentes, surge la depresión con el tercer lugar de prevalencia.
En Chile, según explica el psiquiatra infanto-juvenil, Matías Irarrázaval, uno de cada cinco adolescentes ha padecido una enfermedad mental en el último año. De acuerdo con las estadísticas que maneja el organismo, la tasa de suicidio para el segmento adolescente (10 a 19 años) se incrementó de 4,8 el año 2000 a 7,5 en 2008, para luego descender a 4,1 en 2016. En el caso del segmento joven (20 a 24 años), la cifra fue de 12,8 en 2000; subió a 18,7 en 2008 y bajó a 13,2 en 2016.
Cifras más actuales (2021), del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) indican que el 20 % de los suicidios que ocurren en Chile, corresponden a adolescentes, es decir 400 jóvenes. Dentro de las principales causas están el bullying, los trastornos mentales, el consumo de drogas y la falta de apoyo social.
Si bien la mortalidad por suicidio en Chile se ha estabilizado durante los últimos años, y como país presentamos tasas de suicidio menores al promedio de la OCDE, sigue siendo un problema de salud pública preocupante ya que es la segunda causa de muerte en adolescentes entre 15 y 29 años y la tercera entre 15 y 19 años.
Se estima que la pandemia COVID-19 ha aumentado la aparición de enfermedades mentales y conductas de riesgo en la población, por lo que resulta urgente aplicar estrategias de prevención útiles en este contexto tan amenazante.
Alejandro Gallegos, psicólogo asesor del programa nacional de Salud Integral de Adolescentes y Jóvenes, define la adolescencia como una etapa “estresante”, en la que los seres humanos sufren cambios biológicos, físicos, cognitivos y emocionales y donde la búsqueda de identidad –desde el ámbito de género hasta lo profesional– es lo central. Complementa la psicóloga clínica de la Universidad Católica, Valentina Quiroga: “Se trata de un periodo bonito, pero difícil en cuanto a gasto de energía psíquica y física. Si le agregas las exigencias ambientales, es obvio que el adolescente entra en un estado de estrés importante. Y si carece de un contexto que lo contenga, regule y modere, se puede exponer a situaciones de riesgo que podrían llegar a constituir una enfermedad de salud mental”.
En el entorno familiar, padres y madres están menos disponibles para ejercer su rol parental de escuchar, acompañar y poner límites, ya que también los adultos están muy estresados y exigidos. Muchos no están en condiciones de educar y contener.
En resumen, se puede decir, que la etapa de la adolescencia es bastante compleja en el desarrollo humano, es por esto que como padres, educadores o personas adultas cercanas a adolescentes debemos estar atentos a cambios de ánimos o señales que indican alguna dificultad en ellos para poder intervenir a tiempo.