Vivimos una vida llena de autoexigencias y momentos estresantes. Se nos exige muchísimo en todo sentido. Por esa razón necesitamos estrategias eficientes para sobrellevar la vida de una forma más amigable y llevadera. Una interesante manera de sobrellevar estas situaciones más complejas en la vida es aplicar el concepto de la autocompasión. Una forma sencilla de explicar este concepto, es definirlo como “tratarse uno mismo con amabilidad”.
Un diálogo interior cariñoso, positivo, cercano, respetuoso y amable es aquel que manifiesta una forma de autocompasión alineada con el amor propio.
Analizando más detenidamente este concepto, La autocompasión es una forma de comprensión, tratarse a uno mismo con amabilidad, sin criticarse ni juzgarse por los errores.
Según Neff (2003a), los componentes de la autocompasión serían los siguientes:
· Bondad con uno mismo. Tratarse a uno mismo de manera cuidadosa. Esto sería lo contrario a la autocrítica, realizándose demandas a uno mismo y exigencias difíciles de cumplir.
· Humanidad. Se reconocen que determinadas experiencias son compartidas con otros seres humanos, generándoles también sufrimiento. Esto también sería contrario al aislamiento, teniendo la sensación de que el dolor que se sufre es único y nadie puede sentirlo en algún momento de su vida.
· Apertura. Estar abiertos a la experiencia, venga lo que venga, sin enredarse con ella. Es la forma contraria a buscar alternativas de evitación y eliminación de la experiencia.
El concepto de autocompasión se manifiesta a través de una autocrítica honesta, respetuosa y valiosa para nuestra salud mental; permite el error, y también identificarlo y aprender de él. No obstante, para comprenderla mejor, conviene diferenciarla de otros conceptos, como la resignación o el narcisismo.
5 formas de practicar la autocompasión
Hay infinidad de ejercicios para poder practicar la autocompasión y entre ellos se encuentran los cinco de los que hablaremos a continuación.
1. ¿Quién eres tú?
Puedes escribir en un papel las cualidades, características y etiquetas que hayas podido recibir en el transcurso de tu vida. Es importante que sean características que puedan variar según las circunstancias (por ejemplo, las características físicas, si eres alto o bajo, no son prácticas para este ejercicio). Lo recomendable es que sean a números iguales, por ejemplo, 3 positivas y 3 negativas que empiecen por “Yo soy”.
Una vez lo tengas, puedes preguntarte a ti mismo: ¿eres tú eso, 24 horas del día, 7 días a la semana?Muchas veces se actúa bajo la influencia de etiquetas y características que se han escuchado desde la infancia. Si no eres lo que has escrito en ese papel las 24 horas del día, los 7 días de la semana… ¿Quién eres tú?
2. Escritura:
Puedes redactar una carta en la que se describan tus cualidades y defectos. En ella, puedes escribir éxitos que hayas cosechado en el pasado resolviendo algunas cuestiones difíciles o las veces que la realidad no ha respaldado tus expectativas. Este ejercicio puede ser más fácil y valioso si lo haces mirando fotografías de tu pasado.
Como segunda parte, puedes añadir una segunda carta. En ella puedes tomar el rol de la persona que actualmente más aprecias para mostrarte su más sincero apoyo, como si la historia anterior fuera de otra persona a la que tú sientes la necesidad de reducir su dolor.
3. Cuando eras pequeño:
Hay veces que las necesidades de cuando se es más pequeño se olvidan y sin embargo, son igualmente importantes. En general, los niños suelen mostrar conductas enfocadas en la compasión hacia los otros.
· ¿Cuándo fue la primera vez que viste a un animal que intentaste ayudar?
· ¿Cuándo fue la primera vez que sentiste la necesidad de ayudar a tus padres?
· ¿Cuándo fue la primera vez que viste a una persona y que mostraste interés o necesidad de ayudar?
· ¿Cuándo fue la primera vez que experimentaste la compasión de otra persona?
Fíjate en tu niño interno, ese niño que ahora eres tú de adulto, ¿Qué te pide ahora? ¿Cómo aliviarías su dolor? ¿Qué cuidados le proporcionarías?
4. Abraza al bebé del malestar:
Intentar librarse del malestar constituye un funcionamiento automático en las personas. Sin embargo, hay ocasiones en las que el malestar impide realizar actividades que son importantes, quedando atrapados en una espiral enfocada en no sentir y en evitar. Por tanto, implica el riesgo de mantenerse alejado de lo que verdaderamente se considera importante.
¿Y si el malestar fuera un bebé que no para de llorar? ¿Qué sueles hacer cuando consuelas a un bebé? Su llanto puede terminar o no. Muchas veces no depende de las acciones que se realizan para parar el llanto, si no de lo que estás dispuesto a aceptar en función de lo que más valoras.
5. La caja de supervivencia:
Algunas veces hay que recordar el porqué de la importancia de cuidarse y ser bondadosos con uno mismo. Puedes utilizar una caja para meter objetos llenos de significado a lo largo de tu vida, cartas a ti mismo, tu música favorita, fotos…, con la intención de que, en momentos de malestar, recordar que tienes cosas importantes.
¿Cómo practicar la autocompasión y aplicarlo como herramienta de autocuidado?
1. Tiempo de soledad. El primero de los ejercicios de autocompasión es encontrar tiempo para encontrarte contigo mismo. Un tiempo en el que puedas concentrarte en ti. Por ejemplo, en espacios de conexión con la naturaleza. Sin embargo, es recomendable que desconectes de la tecnología para no tapar una posible sensación de vacío por medio de esta distracción externa. Siente la presencia consciente en espacios de soledad vividos desde la calma.
2. Intenta observar la situación de forma externa. Un cambio de perspectiva puede mostrar una nueva mirada ante una situación concreta. Por ejemplo, una persona que tiene dificultades para sentir compasión hacia sí misma por un error pasado puede acercarse a la situación desde otro prisma si imagina que alguien a quien aprecia de verdad está sufriendo por ese hecho. Todo ser humano, incluso las personas que más admiras, cometen errores y equivocaciones. Intenta acompañarte a ti mismo como acompañas a las personas que más quieres cuando atraviesan una dificultad.
3. No confundas la compasión con la dramatización. Es decir, acepta lo que ha ocurrido y cómo te sientes, pero sin recrearte una y otra vez en esta imagen.
4. Acción. En relación con el punto anterior, no te recrees en aquello que ha ocurrido, intenta aprender de ello para incrementar tu resiliencia ante nuevas situaciones.
5. Esperanza. Por medio de esta visión puedes visualizar el mañana desde la perspectiva de las nuevas posibilidades que pueden llegar a tu vida. Observa la vinculación que existe entre el presente y el futuro para empezar a preparar este horizonte por medio de tus acciones en aquellos aspectos que dependen de ti.
5 beneficios de la autocompasión
¿Cuáles son los beneficios de los ejercicios de autocompasión? ¿Para qué sirve esta habilidad de la inteligencia emocional?
1. Refuerzo de las relaciones personales a través de la atención al factor humano. Una persona experimenta compasión por otro con más empatía si también se ofrece este acompañamiento a sí misma.
2. Paciencia. En un tiempo en el que el ser humano está tan condicionado por la búsqueda de la inmediatez, la autocompasión recuerda la importancia de la calma.
3. Cultivar la alegría interior incluso en situaciones de dificultad. Una persona puede transformar el modo en el que una realidad presente por medio de su actitud. Y la autocompasión o self compassion es una expresión de amor incondicional.
4. Introspección. Otro beneficio de los ejercicios de autocompasión es afianzar el nivel de autoconocimiento al profundizar en torno a un asunto que te afecta personalmente.
5. Crecimiento interior. A través de esta visión, la persona evoluciona a nivel interior pudiendo transformar una realidad difícil por medio de una interpretación comprensiva que concede un significado a lo vivido.
Practiquemos la autocompasión como nueva herramienta de vida para sobrellevar las dificultades que enfrentamos cada día en este escenario intenso al que estamos insertos.